No sabes nada y sin embargo, actúas como si lo supieras todo. Supongo que siempre has tratado de hacerte la interesante, es una lástima que no sepas que conmigo eso, no es necesario. Tienes los labios dormilones, se te escapan las palabras y tus conversaciones no siguen una lógica, lo sé porque escucho a través de puertas cuando sé que estás ahí dentro. Soy fan de tu voz... Me he enamorado del color de tus ojos, de tu figura , de tu loción, de tus cabellos, de tus pestañas, de tus caderas, y de tu piel.
Siempre que te veo paseando por ahí, no dejo de verte, no paro de admirarte. Quisiera contemplar que hay más allá de tu maquillaje, más allá de tu manera de caminar y de los libros que llevas abrazados, más allá de la ropa que llevas puesta, más allá de tus expresiones; pero sigo siendo muy callado... Temo conocer tu reacción, ante este sentimiento.
No logro digerir tus carcajadas, cuando otro las provoca. No intento nada, pero lo quiero todo si se trata de ti. Pasas por mi lado y te sujetas el cabello. El viento levanta un poco tu vestido, yo finjo que no he visto nada, y tú ni si quiera te has dado cuenta de que existo. Es una pena que nadie se enamore del alma. No puedo culparte por no fijarte en mí, eres casi perfecta. No conozco tus sentimientos, pero te quiero; y creo que por ello no puedo obligarte a que me quieras. Soy prácticamente nada junto a ti. Las personas se enamoran de una cara, de un buen cuerpo, de costillas marcadas, de dientes alineados y de pómulos perfectos. Por lo menos me gustaría sentir el aroma de tu aliento, escuchar que me dijeras al menos una palabra, pero ni si quiera me ves cuando pasas... Está más que claro que yo no te intereso.
Somos todo lo contrario, pero tenemos una cosa en común; estamos vivos, somos parte del mismo tiempo, hemos estado en el mismo escenario en más de una ocasión. ¿Qué se sentirá tomar el té a tu lado? ¿Qué se sentirá tocarte la mano? Jugar con tu pelo, besarte la espalda, rozar con las manos tus clavículas, tus hombros, tus brazos, sujetarte las muñecas... Mirarte fijamente, estar de pie frente a frente, sin importarnos nada, ni la hora, ni la gente, ni escuchar sonido alguno que no sea el canto de los grillos.
No hago nada, pero podría. Aunque no puedo mentirme a mi mismo, no lo haría jamás. Supongo que no soy el primero que se enamora de esta manera. El amor es muy tímido, y tú eres demasiado extrovertida...
Tendré que conformarme con mirarte, aunque tú no me observes. Con hablarte aunque tú no me escuches y con amarte aunque ni si quiera sepas mi nombre, ni mi apellido, ni mi fetiche, ni de este amor.