jueves, 7 de noviembre de 2013

Pájaro rojo.

Resistía la noche en vela,
sobre su cama; 
en postura fetal. 

Le lastimaban los resortes.
El olor de las sábanas no era agradable,
pero su aquiescencia la volvía de cuerpo 
amable.

Los ojos vidriosos, 
el cabello empolvado.
Lo jugaba con sus manos,
intentándolo trenzar.

Cambió sus brazos por dos alas,
y sus labios por un sueño.

Siempre fue ferviente de los desafíos,
soslayando lo utópico, 
volviendo realidad a la mitología.
¡Acribillando ideales ajenos!

Algunas tardes la recuerdo.

He olvidado la forma de sus cejas, 
su color,  sus gestos bruscos, 
pero no su exultación.

Abrazaba a la vida 
cual regalo perfecto,
se alegraba de todo
...


Incluso de las malas noticias. 


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