Resistía la noche en vela,
sobre su cama;
en postura fetal.
Le lastimaban los resortes.
El olor de las sábanas no era agradable,
pero su aquiescencia la volvía de cuerpo
amable.
Los ojos vidriosos,
el cabello empolvado.
Lo jugaba con sus manos,
intentándolo trenzar.
Cambió sus brazos por dos alas,
y sus labios por un sueño.
Siempre fue ferviente de los desafíos,
soslayando lo utópico,
volviendo realidad a la mitología.
¡Acribillando ideales ajenos!
Algunas tardes la recuerdo.
He olvidado la forma de sus cejas,
su color, sus gestos bruscos,
pero no su exultación.
su color, sus gestos bruscos,
pero no su exultación.
Abrazaba a la vida
cual regalo perfecto,
se alegraba de todo
...
Incluso de las malas noticias.
Interesante poesía;
ResponderEliminarnos leemos.
Saludos.