martes, 26 de abril de 2011

CUANDO EL CIELO SE MOLESTA ES PORQUE NADIE LE CONTESTA.

Busco una explicación en el gemir del cielo. Se escucha con violencia; esa discusión que tiene con sí mismo. Me gusta imaginar que tras la electricidad que le apasiona, mandará rayos de luz a la tierra. Pero sólo nos ocasionará desgracia y calor... Fuego. Sería una calamidad imaginar que estoy en ellos, o que yo los provoqué. Me gusta sentir que el cielo se enfada, me gusta que llore, que llore cómo nunca para mojarme con sus lágrimas... Abrir una ventana, es abrirle la puerta de la comprensión al mismo. Darle paso a su corazón, y que se convierta en brisa que me acaricia ese quejar que no me deja descansar, porque no quiero. Tomo una libreta con hojas amarillentas, y le escribo al cielo... ¿Qué te ha hecho a ti enfadar? Estiro mi brazo poco a poco y el viento (como siempre mensajero), se lleva mi nota, y se la va cantando al cielo... Embustero. Él sólo me responde con otro llanto aún más fuerte... Creo que es necesario mojarme los zapatos y salir hacia el exterior, para que me explique, ¿qué paso? Cuando detiene su llanto, ya no llora tanto y ha dejado de temblar la tierra... Los niños ya no lloran, no se escucha más que el sereno silencio; nacen estrellas en su antifaz eléctrico... Cuerpos de gas que al quemarse dan calor, le dan brillo y más color y un cuerpo hermoso y definido, vuelve la luna que se había escondido... El cielo estaba asustado... Se sentía solo... Lloraba para llamar la atención... Creo que a mi cielo, muy pocos lo comprenden. Pero observo a los que entienden, que le envían aún más notas aunque este callado. De mi cielo, enamorado, creo que termina cualquiera... Sin querer, pero con intención, Solamente es una intuición. La cena esta servida. El cielo cambió de color.





No hay comentarios:

Publicar un comentario