lunes, 25 de abril de 2011

No pertenezco a este sitio.


Desperté. Mis ojos se abrieron lentamente.
Sentía un dolor en el vientre & al levantarme tronó mi espina dorsal...


Mis caderas estaban lastimadas, al igual que mi cuello fino, el cual no pude flexionar a la perfección.

Me levanté. 
Mis rodillas sangraban, pero a pesar de todas esas exquisitas muestras que delataban un cuerpo lastimado, yo no sentía dolor alguno y me confundí.

Mi madre estaba frente a mí... 
Sollozaba sola, estaba orando algunas palabras.
Su voz quebrada, me hizo sentir un peculiar toque en mi estómago que subió hasta mi garganta formando un fuerte nudo.

Tragué saliva... Temí.

- ¿Cómo estás? (Preguntó aquel hombre de edad avanzada que vivía cerca de casa).
- Torpeza en la cuestión... (Replicó mi madre).

Y noté sus mejillas húmedas, bañadas en maquillaje.

Las lágrimas mojaban los azulejos verde olivo de la sala. Ella volteó a ver a mi padre, quien admiraba al vacío, sin dirección...

Había gente fuera de mi casa, llevaban rosarios al cuello y pequeñas biblias en la mano derecha.

Mi hermano Antonio sostenía mis muñecas y me miraba. 
Creo que era el único que me prestaba atención, los demás me ignoraban, sentía a la vez que no existía...

¡Santo dios! ¿Qué pasaba, qué suceso ocurrió aquí?

Me aproximé a mamá...
- ¿ Qué sucedió, madre?

Ella jamás me contestó...

Volteé el rostro hacia mi gente...
- Mmm...

Papá comenzaba a sudar, parpadeaba más seguido...

En la mitad de la sala de estancia, casi en la esquina izquierda, se hallaba una gran caja color cobrizo, adornada con flores de colores cuyos aromas no podía distinguir, me sentí fascinada y temerosa.

Me acerqué... Ropas exóticas vestían a una joven. Al asomar mi cabeza sobre dicho espacio, vi mi reflejo a través de un espejo...

Sí...

A través del cristal, mi cuerpo...

Entero, carente de vida...
Herido, hinchado, no lo había logrado reconocer a primera vista...

Toque el ataúd... Lo atravesé...

¿Pero que sucedió?
YO NO ESTABA MÁS AQUÍ.

La desesperación me golpeó el cuerpo por completo, y salí corriendo de casa...
Un autobús se aproximó rápidamente hacia mí. En un segundo; el nerviosismo atacó los huesos y me doblegué... En un infinito pestañar, pude ver las mil y un escenas de toda mi vida... Cerré los ojos para "morir" pero este vehículo me atravesó, despacio, sin gracia, no paso nada. Yo me había ido.

Lo miré...
Guiñe mis ojos lentamente, y lo reviví...

Un hombre en estado de ebriedad, recorría a grandes e ilimitadas velocidades las calles nocturnas de la gran ciudad... Yo había ido a comprar algunos panecillos para la cena...

Mientras cruzaba la 5ta. Avenida, ese hombre arrasó con mi joven cuerpo...
Las piezas de pan, cayeron al suelo, algunas sobre mí... Mientras mi ser inconsciente daba el último respiro.

Morí sin querer obtenerlo...
Pero antes viví sin saber como hacerlo...

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